sábado, 5 de febrero de 2005

De la emotividad necesitada

Déjame que te diga todas las cosas que hoy te pediría si es que fueras el genio de una lámpara. No usaría los tres deseos, sólo con uno me bastaría; no sería nada material. No sería nada por lo que la gente podría envidiarme o señalarme. No sería la luna ni lo imposible. No sería nada utópico en definitiva.

Un abrazo, eso es. Un abrazo enorme y sincero. Sin que tuviera que pedirlo, que no estuviera lleno de obligación. Un abrazo masculino. No, no hablo de amor, sólo de esa extraña sensación que te invade cuando unos brazos grandes y fuertes te rodean, de forma sincera, sin necesidad de que llores o te despidas. Un abrazo porque sí. Porque... ¿Por qué hay que justificarlo todo? Me siento un poco mal y sólo necesito un abrazo. Eso me haría sentir mejor. No es mucho, pero ahora mismo para mi lo es todo.

Un abrazo fuerte, que me haga sentir tranquila. Que no sólo rodee mi tronco, sino también mi necesidad de sentir que alguien está ahí, caminando a la par. Apoyaría mi cabeza en algún punto entre su pecho y su cuello y lloraría hasta que no me quedara más malestar dentro. Como cuando eres niño y un adulto te rodea con sus brazos; sientes que no hay mal que pueda contigo, porque esa persona se te figura superior a cualquier circunstancia que te sobrevenga. Mas no soy tan pequeña y no puedo sollozar sobre las rodillas de nadie cuando un sentimiento me sobrepase. No puedes mostrar tus sentimientos. Siempre feliz, risueña ante el mundo, como si tu vida fuera perfecta. Nadie quiere escuchar, todos quieren hablar...
No te sientas culpable, lector. Es sólo que hoy me siento un poco sola, caminando hacia ninguna parte. Supongo que como nos sentimos todos de vez en cuando. Solos, aterrados por la idea de necesitar un abrazo y de que nadie te lo ofrezca a menos de que lo pidas. Y cuando lo pides la sensación que se apodera de tu mundo no es la misma. Un afecto no se pide, sino que debe surgir espontáneo, de lo contrario se cae en una acción banal, carente de sentimiento verdadero. ¿Y qué es un afecto no sentido en realidad? ¿Un teatro de emociones?

Y qué más da. Dentro de un rato saldré por la puerta y haré como que no pasa nada. Otra noche de sábado más, eso es lo que será...

... así que déjame que te diga todas las cosas que hoy te pediría si es que fueras el genio de una lámpara. Si me dieras tan sólo un único abrazo. Uno. Solamente Uno... Te llevaría a la playa y nos quedaríamos sentados en la arena, mirando la línea que marca el mar, quien sabe si conversando o en silencio. Pero nunca te reprocharía nada. No es una cuestión de amor... Porque la terapia de ver romper las olas se me queda pequeña y este mundo se me figura lúgubre aun cuando es de día. Porque la fuerza que emana de dentro hoy no me es suficiente; porque simplemente necesito un empujón en forma de abrazo...

Ya ves que no pido mucho. Dos. Me sobran dos deseos y ni siquiera los utilizaré. Ya te dije que no los usaría todos, sólo con uno me bastaría; no sería nada material. No sería nada por lo que la gente podría envidiarme o señalarme. No sería la luna ni lo imposible. No sería nada utópico en definitiva...

Sólo un abrazo que me ayude a seguir adelante. Uno. Sólo uno.

1 comentario:

Jose dijo...

Me alegro de que hayas vuelto. Ya te echaba de menos. Espero que el genio te escuche. Un abrazo. J.