domingo, 26 de marzo de 2006

Juego sucio

Entonces quiéreme no por quien soy, sino por quien un día seré, dijo Enrique. Mi mirada se quedó flotando entre sus ojos, desencajada por las palabras que acababa de pronunciar. Había pasado el límite de mis expectativas; sabía que intentaría encandilarme como muchas otras veces. Pero no. Esa frase tan premeditada estaba destinada a transportarme a años futuros, a acciones que ni si quiera se habían dado y que amenazaban, en apariencia, por ser buenas. Pero no, esta vez no. Mi interior ya estaba demasiado amoratado.

No hay comentarios: