lunes, 28 de febrero de 2005

La felicidad y sus variantes

Desde la zona menos turística de San Sebastián el sol no es el mismo. Me encanta la lluvia, adoro las tormentas... para mi implican un romanticismo casi becqueriano. Pero también me encanta el baño de sol que a veces luce esta urbe...

Lejos de los bonitos atardeceres de la playa, más distante si cabe del anochecer de los montes, el barrio suele lucir un naranja característico al verse proyectados los rayos solares en los ladrillos de las casas.

Es un naranja viajero. Me traslada a años pasados en los que ignoraba que la infancia fuera infancia... Veo un árbol robusto desde la ventana y éste mueve sus ramas, no impulsadas por el aire, sino con el deseo de que esos últimos destellos del día rocen su soledad. Así, sus hojas resecas se regocijan en el última estación de la felicidad fantaseada...

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