domingo, 23 de agosto de 2009

América

Mis recuerdos se remontaban a 1988. Recordaba a la perfección cómo llegar a la casa en la que vivimos aquél verano. Recordaba cómo llegar a la plaza donde vimos ese circo tan rudimentario; recordaba la tienda de Julián y las vistas desde el Calvario. Recordaba el rincón del río Jevero donde solía chapotear, el cine al aire libre en la fachada blanca de un edificio nuevo, las patatas al ajillo de bolsa roja y un bar que ahora no existe como tal.

Tenía muchísimos recuerdos, pues aquellas fueron mis primeras vacaciones en familia. Contaba con cinco años y después de aquél verano comenzaría el colegio. Se presentaba una vida llena de cambios e ilusiones. Nunca había conocido un mundo más allá de los rascacielos del barrio y de la salinidad de la playa, así que para mi se trataba de mi propia América.

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