sábado, 8 de octubre de 2005

Ensoñaciones de otro sujeto



Tus dedos escapaban de entre los míos creando un lazo firme. Acunados en nuestro paseo, el cierzo sollozaba; mientras, nuestras travesuras dibujaban las ilusiones que nos habían encaminado hasta esa calle. Te comencé a hablar del pretérito imperfecto y de las frases subordinadas a la vez que tus ojos vacilantes se posaban en los míos. Me tomas el pelo, soltaste con un aire de interrogación. Lo cierto es que no, contesté.

De pronto el escaparate de enfrente se licuó en un sonido estrepitoso y repetitivo. El despertador escribía el número de la siguiente página de nuestro libro, denunciando nervioso, el transcurso del tiempo. Por separado, con caminos paralelos, pero separados dictó.

Y así es como te quiero, me digo.

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