sábado, 6 de noviembre de 2004

Ganarse el cielo

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Yo pensaba que ir al cielo era eso, estar por ahí arriba con alojamiento gratuito, pensión completa y unas vistas de muerte, nunca mejor dicho. Pero vaya si estaba equivocada. Todo se resumía a un bar lleno de humo y divanes en el que dios, que tenía acento argentino, estaba todo el tiempo sobre el escenario soltando monólogos. Manda huevos, me dije mientras me tumbaba en un diván, todos los sermones que te tragas de pequeño en la iglesia para que el muy mamón sea un tío cualquiera que fuma porros y cuenta chistes. (Ahora entiendo porque Jesús tenía pintas de guerrillero...)

Pero lo peor de todo no es eso, lo peor es que vas a la barra, pides una copa y te das cuenta de que el barman es el cabrón de Judas. Muy bien, y ahora, ¿qué haces, majísima, te la tomas como si tal cosa? Porque vamos a ver, si estás muerta se supone que las cosas no pueden ir a peor, ¿no? Pero sí, sí que van...

Resulta que miro a un lado y me doy cuenta de que las paredes están llenas de polaroids de San Pedro y unos cuantos famosos que sonríen y dibujan con sus manos la V de victoria. Para mayor inri, alguien me tira del brazo: es María Magdalena que va celosamente agarrada de Woody Allen, que va vestido de chacha. Están de despedida de soltero junto con el resto de los apóstoles. La estampa es irrepetible porque se pasean con delantales que emulan pechos femeninos y penes de plástico en la cabeza. Si esto es el cielo, ¿cómo será el infierno?, me pregunto, ¿"Crónicas Marcianas"?

Salgo del montón y me encuentro a la Virgen del Carmen discutiendo con Urdaci sobre los "hilillos" del Prestige. La situación me desborda y sigo caminando por el antro sin fin; me cruzo con un tío que devora galletas, éste me suena, musito, y si bien creo que se trata del monstruo de las galletas de Barrio Sésamo (Amén), me doy cuenta enseguida del error. Se trata de George W. Bush que está tomando té con Arnaldo Otegui y el Papa Juan Pablo... Disculpa Arnaldo, digo mientras le cojo una galleta a Bush y "Juanpa" me vierte té en una tacita, ¿qué hace un chico como tú en un sitio como este? Ya ves, contesta, jugándonos a los dados la próxima visita al paraíso...

Total, que para cuando quiero darme cuenta ya conocía el cielo, solo que en versión "sin gas"... y todo por no marcar la casilla de "Ateo" en el test psicotécnico de acceso a la universidad, la universidad de la vida, claro.

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